Esta bellísima obra de Berlioz fue estrenada en su integralidad el 10 de diciembre de 1854 y tuvo su génesis a partir del “Adieu des bergers” (Adiós de los pastores a la Sagrada Familia), una emotiva pieza escrita por Berlioz en 1850 para aliviar su aburrimiento en una reunión de amigos. La obra consta de tres partes que se ejecutan en dos bloques; en el primero convergen la primera y segunda parte, y en el segundo bloque se escucha la tercera parte.
“El sueño de Herodes” se subdivide en 6 escenas: el Recitant o Narrador presenta los hechos y emerge la figura de un Herodes destruído y su terrible decisión, alentada por los adivinos; como contraste la obra da paso a la felicidad de la Sagrada Familia por medio de una filigrana musical de gran finura y suavidad, y finaliza con el coro celestial de inmaculada pureza de los ángeles que avisan del peligro que acecha.
“La huída a Egipto” tiene 3 momentos: la espléndida y vigososa obertura orquestal, el conmovedor Adiós de los pastores que se despiden de la Sagrada Familia y finaliza con la descripción, por parte del Narrador, de un momento de reposo de la Sagrada Familia en un oasis del desierto.
“La llegada a Sais” se divide en 3 escenas: en la primera se palpita el sufrimiento y la desesperación de María que teme que su hijo muera, mientras José implora vanamente socorro en casas de egipcios y romanos. Aparece la figura del Padre de Familia, un ismaelita que les brinda comida, amistad y su hogar. Termina la obra con un espiritual y profundo andantino mistico a capella entre el narrador, coro y coro de niños que cantan “Oh alma mía, oh corazón mío, llénate del profundo y puro amor, que sólo puede abrirnos la celestial morada!”
Muy lejos de la espectacularidad de sus obras más conocidas, Berlioz eligió otro estilo, íntimo y profundo, aparentemente sencillo, que le significó la total aceptación del público marcando una estética personal del oratorio en su expresión más acabada. Ya Berlioz había fijado al comienzo de su carrera que en la música sagrada lo esencial era émouvoir et élever l’ âme (“conmover y elevar el alma”) y pintar el amor divino a través de una adoration à la fois passionnée et respectueuse (“adoración a la vez apasionada y respetuosa”).
De los contactos de Berlioz con otros oratorios se destacan El Mesías de Händel, La Creación de Haydn y Cristo en el Monte de los Olivos de Beethoven, que desde 1827 son conocidos en Francia, a los que debemos sumar los festivales Händel en Londres y en especial un sinfónico-coral profano de Mendelssohn: La Primera Noche de Walpurgis, obra que impacta personalmente a Berlioz cuando la escucha dirigida por su autor durante un ensayo en Leipzig.
Patricia C. Pouchulu