LA BELLA MUSICA
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Buenos Aires, 26 de Diciembre de 2010

Queridos amigos de la música:

Deseo -mientras escuchan partes de la Quinta Sinfonía de Schubert que dirigí en el Teatro Avenida- acercarles mi saludo de fin de año y compartir con todos Uds. algunas reflexiones. Los invito a escucharla completa, junto con muchas otras obras, descargándolas de aquí (formato mp3).

La Bella Música comienza su segunda década... Los proyectos y las ilusiones de los comienzos son, en estos momentos, realidades que me hacen sentir profundamente feliz. Los objetivos de la institución al cabo de estos primeros 10 años se cumplieron uno a uno y ampliamente. Parece increíble que hayamos realizado más de 400 conciertos en todos los ámbitos posibles.

Patricia Pouchulu

Como música, a través de la creación de la asociación civil sin fines de lucro me interesaba muy especialmente apoyar a los músicos argentinos, se tratara de artistas no conocidos -pero excepcionales- de cualquier punto del país, que comenzaran con su carrera de solista o con diversas agrupaciones de cámara, o bien de músicos profesionales que generaran propuestas genuinas, interesantes y de alto vuelo. ¡Qué placer brinda saber que solistas y conjuntos aclamados actualmente y considerados los mejores de la Argentina fueron "presentados en sociedad" por La Bella Música!

Me interesaba crear nuevos ámbitos donde se presentara música con transparencia y libertad, evitando la dispersión y reforzando la continuidad, y organizar ciclos de música con expresiones de multiplicidad estilística, abarcativos a cualquier músico comprometido con el arte y la sociedad. Me interesaba incluir en nuestros ciclos a muy buenos músicos extranjeros que aportaran su experiencia y su capacidad de acercarse a los jóvenes mediante la realización de charlas, clínicas y clases magistrales.

Me interesaba poder rescatar obras sinfónico-corales que poco se habían realizado en el país, y hacer los esfuerzos necesarios para lograr versiones impecables y dignas. Y desde luego presentar también esas obras maestras que no podíamos dejar de elegir. Así pasaron La Infancia de Cristo de Berlioz, La Primera Noche de Walpurgis y Elías de Mendelssohn, La Creación, Las Siete Palabras y la Missa In Tempore Belli de Haydn, la Misa en Si Menor de Bach, la Misa en Do Menor y el Requiem de Mozart, el Stabat Mater de Rossini...

Pasaron 10 años de trabajo intenso y ad-honorem, que sin ninguna duda enriqueció mi vida personal, relacional y artística. Vaya un agradecimiento a mi familia y a mis amigos, a músicos, periodistas, espectadores y benefactores.

En la próxima década seguiré con la organización de algunos ciclos y eventos musicales puntuales, continuaré con mi tarea docente en el IUNA y en seminarios, y me dedicaré en mayor parte a estudiar y desarrollar con seriedad en el país y en el extranjero una fascinante actividad que vengo desarrollando desde hace algunos años y que se manifestó en forma pública en 2010: la dirección de orquesta. La música tiene eso de mágico: permite soñar, evolucionar, crear lazos, ayudar, crecer.

Les mando un cariño enorme para cada uno de Uds. y mis más sinceros deseos de paz y de trabajo para el nuevo año. Deseo íntimamente que recobremos la cordura y el sentido común. Cooperemos con las buenas personas y las buenas acciones. No perdamos el valioso tiempo en discusiones estériles con personajes nefastos. No es todo lo mismo, no somos todos iguales. Recuperemos los valores, aunque estén pasados de moda. El rumbo vital, la llama espiritual jamás deben perderse. Los sueños, tampoco.

Cada uno de nosotros desde nuestro puesto -aún el más modesto y humilde- debemos hacer de nuestra querida y maltratada Argentina un hogar confiable y respetuoso, en el que podamos criar a nuestos hijos en armonía y en paz, en el que podamos sentir que vale la pena intentar ser cada día mejores personas.

Patricia Pouchulu

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