10 años de La Bella Música

Con un festejo musical ofrecido el 14 de octubre último en el Teatro Avenida hizo honor al nombre que lleva, la entidad que dirige desde hace diez años la profesora Patricia Pouchulu, vinculada desde hace muchos más a la organización y a una selectiva difusión musical.

Actividad encomiable, por cierto, que durante la última década brindó al público musical de Buenos Aires expresiones calificadas de distintos géneros que bien podrían considerarse como la prolongación de su actividad docente en la música, el canto y las letras, ejercida desde el ex Conservatorio Nacional de Música (hoy, IUNA). Así aconteció, por citar tan sólo un brillante logro, el oratorio "Elías", de Mendelssohn, en el año 2004. Pero este festejo entrañaba una sorpresa especial, pues Patricia Pouchulu debutó esta vez como directora de orquesta al frente de la Orquesta Alceste, conjunto de calificados intérpretes de nuestro medio.

El concierto celebratorio se inició con la interpretación de la Misa en do menor KV. 427 de Mozart que la orquesta mencionada y el Coral del Siglo XXI ofrecieron con la dirección general del maestro Guillermo Dorá, siendo sus solistas Daniela Tabernig, Mariela Schemper, Carlos Ullán y Lucas Debevec-Mayer, quienes dieron convincentes muestras de calidad interpretativa, especialmente en el caso de la soprano Tabernig.

La expectativa creada ante el debut de Patricia Pouchulu como conductora orquestal no fue pequeña, y resultó convalidada con su desempeño al frente de la Orquesta Alceste al abordar la encantadora Sinfonía N° 5 en si bemol mayor D 485, de Franz Schubert. Obra imbuida del espíritu mozartiano, en cuanto a su sencillez pareja con el rigor de la forma, contención clásica y riqueza melódica; todo ello fue transmitido por la flamante directora con la plenitud de su elegante optimismo. El equilibrio que exhibió Pouchulu se tradujo en homogeneidad sonora y balance dinámico entre los diversos sectores instrumentales, como aconteció en el Andante con moto, entre las cuerdas y las maderas. El vigoroso Menuetto que siguió, bien acentuado, a la manera mozartiana, y el Allegro vivace final, pleno de alegría, con el marcado contrapunto entre las cuerdas y los instrumentos de soplo, resaltaron el equilibrio apuntado.

La culminación fue con la Fantasía para piano, coros y orquesta en do mayor Op. 80, de Beethoven, que tuvo como solista a la destacada pianista Cristina Filoso. Su amplia introducción, vertida desde el piano con pulcra calidad sonora afín a la articulación y el espíritu beethoveniano, condujo el oído del melómano hacia reminiscencias de la Novena Sinfonía, en variaciones concertantes, en las que el piano introduce la forma coral y el Presto final, con vigoroso estilo declamatorio de éste, anuncia una alegría superior.

Artículo: cortesía revista Música Hoy, N° 126, noviembre 2010.