Venecia y sus relaciones musicales, para despedir el año en el teatro Avenida
Un programa bien dinámico

Ya hace varias temporadas que la asociación privada La Bella Música, que dirige artísticamente Patricia Pouchulu, cierra su año con una velada de concierto en el teatro Avenida. Y en tal sentido, la entusiasta y progresista carrera directoral que ha emprendido le ha llevado en años recientes a programas clásicos que hemos comentado desde estas columnas.

Ahora bien, el espectáculo de esta temporada, bajo el título de "Esplendor veneciano", abraza un cariz temático, contando con una base de ensamble de cuerdas de algo menos de veinte instrumentistas, y en el que fueron desfilando conocidos solistas instrumentales y vocales. De manera que configuró un programa ambicioso, temático como quedó dicho (englobando música y ciudad) y resultó interconectado en perfiles y temas, dinámico y con algún elemento prescindible como el coreográfico.

INTERESANTES APORTES

Desde su primera parte el acto tuvo lucidos contornos en las intervenciones solistas de Rubén A1bornoz en oboe y Gabriel La Rocca en fagot, en el Concierto de Antonio Vivaldi en Sol mayor RV 545. Por su parte, Fernando Ciancio lució en trompeta en la sonata de Domenico Gabrielli y Pablo Saraví en "La stravaganza" N° 2 de Vivaldi con su arco experimentado y preciso.

Entre tanto se acudió a la evocación de Claudio Monteverdi, eterno creador del "melodramma", donde solistas vocales como Pablo Pollitzer, Mariana Rewerski, Víctor Torres y Carlos Ullán lo evocaron, con un conjunto instrumental de época con el italiano Giorgio Revelli en clave dieron ocasión de revivir escenas de "Canti amorosi" (8° libro de madrigales) como de "La coronazione di Poppea", una de sus obras maestras.

Ahora bien, el contratenor Damián Ramírez lució en el "Lascia ch′io pianga" de la ópera "Rinaldo", de Georg Friedrich Haendel y la soprano Soledad de la Rosa lo hizo en Vivaldi en el aria del oratorio "Juditha Triumphans".

También interesantes el aporte de Carlos Nozzi y Pérez Tedesco en el concierto para dos violonchelos de Vivaldi (RV 531), lo mismo que la "Barcarolle" de "Los cuentos de Hoffmann" de Offenbach cantada por Ramírez y Rewerski.

ESPECTÁCULO PROLIJO

En un balance general, puede señalarse que todo el conjunto funcionó ajustado y prolijamente preparado desde la labor en el podio de Patricia Pouchulu, cubriendo con lucimiento un repertorio mayormente barroco, de perdurable encanto, que finalizó con "El invierno", de "Las cuatro estaciones" vivaldinas donde sobresalió la ejecución violinística de Pablo Saraví.

En esta muestra de empeño, respeto por las partituras y eficiente sincronía en la labor de la dirección y los músicos, el "semi-stage" planteado por Lizzie Waisse fue respetuoso y discreto y el vestuario diseñado por Sergio Pelacani tuvo rasgos irregulares, en tanto el juego de luces de Luis Pereiro mostró corrección. La función había comenzado por problemas de tránsito con bastante atraso. Pero -vale su reacción- el público se mostró gratificado poniendo mucho entusiasmo.

Calificación: Muy bueno
Néstor Echevarría

Artículo: cortesía diario La Prensa, 28/11/2015.