"Haciendo un esfuerzo enorme de voluntad, me impuse la obligación de tomar algún descanso, de procurarme algunas horas de tregua en el pensamiento. Se me ocurrió poner en marcha la radio para ayudarme a la distracción. Estaban radiando música francesa: un trozo de Berlioz, intitulado L'enfance de Jesus. No puede usted imaginarse lo que es esto, si no lo conoce: algo exquisito, suavísimo, de una delicadeza y ternura tales, que nadie puede escucharlo con los ojos secos. Cantábalo un tenor que matizaba incomparablemente la melodía pura, ingenua, verdaderamente divina. Cuando terminó, cerré la radio para no perturbar el estado de deliciosa paz en que esa música me había sumergido. La noche estaba serena y muy clara. En mi alma reinaba una paz extraordinaria. Me parece que debía sonreír. Al día siguiente del Hecho tomé ya la resolución de consagrarme a Dios y abrazar el estado sacerdotal."

(fragmentos de una carta del Dr. Manuel García Morente, destacada figura intelectual de la primera mitad del siglo XX)