Mucho se ha dicho sobre un cambio del estilo de Berlioz en esta obra, pero veamos qué nos dice el propio Berlioz: "Muchas personas han creído ver en esta partitura un cambio de mi estilo y mi manera. Nada menos fundado que esta opinión. La temática me ha llevado naturalmente a una música ingenua y y suave... Hubiera escrito 'La infancia de Cristo' igual hace 20 años."

Cuando hace 39 años preparé la orquesta Gulbenkian de Lisboa, de la que era director asistente, me impresionó por su originalidad la "Danza de los adivinos"; en este breve trozo encontré lo que tal vez sea una de las primeras escrituras en compases irregulares de 7/4, disfrazados en forma de una alternancia entre compases de 3 y 4 tiempos, a lo que debe agregarse una tonalidad que evoluciona constantemente. Digno de ser destacado es el trío para dos flautas y arpa, que es un trozo de música de cámara inusual para esta clase de oratorio, y que describe a un grupo de músicos que solaza a los refugiados en la casa de los ismaelitas. Debemos mencionar, por último, la inclusión de un recitante que introduce, invita, cuenta, comenta y sirve de elemento aglutinante en esta obra de gran envergadura.

La discontinuidad en el tiempo de composición no afectó para nada la homogeneidad y fluidez de esta obra, y como resultado general nos llega una sensación de una calma -pero fuerte- fe cristiana.

Mario Benzecry